jueves, 17 de noviembre de 2011

CARTA ABIERTA AL PAÍS DE LAS MUJERES

“Somos mestizas, de origen ancestral afro e indígena, tenemos mezcla de influencias culturales, ideológicas y políticas; somos de clase media o estratos bajos; tenemos relaciones erótico-afectivas con mujeres o con hombres socialmente construidos, madres, no madres, lesbianas, heterosexuales, bisexuales, sin género, pero que en todo caso  cuestionamos la heteronormatividad obligatoria que encierra los cuerpos y el deseo.”
(Extraído de la página del XII Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe –EFLAC-, sobre las organizadoras)

Queridas organizadoras del EFLAC y amigxs feministas, reciban un caluroso y sororo abrazo de nuestra parte. Queremos compartir con ustedes algunas reflexiones.

Esencialismos, moralismos, prejuicios han sido grandes enemigas de nuestro movimiento, ladrillo y cemento de democracias discriminadoras y ciudadanías restrictivas, legalidades injustas e igualdades discursivas, felicidades aparentes y revoluciones falocéntricas. 

¿Qué mujer no ha acariciado la idea de un Faguas controversial, el Faguas de Gioconda Belli, que agrupe a todas sus congéneres y les dé la oportunidad de gobernar (con justicia e higiene) sobre algún territorio machacado por el patriarcado?  Más de una amiga lo habrá confesado “queridx me he sentido atraída”, y para ser sinceras ni nosotras mismas hemos podido sustraernos al encanto de tal utopía. Sin embargo, nos basta ver a nuestro alrededor para comprender que una idea así es poco menos que descabellada y –lo más importante o lo importante- es que es muy muy injusta.

El movimiento feminista (singularidad un tanto arbitraria) ha reprochado desde sus inicios la discriminación pero la ha puesto en práctica millones de veces y la ha provisto de cuerpos teóricos y políticos que ahora nos parecen refutables. No obstante, a lo largo de los años hemos perfeccionado nuestro arte de amarnos entre todxs, y –a la vez- juntxs y separadxs hemos conseguido librarnos de pesadas dotes ancestrales.

A través de la historia y a lo largo del mundo las mujeres hemos sido víctimas multiformes: discriminadas, abusadas y vulneradas en nuestros derechos; maltratadas, burladas y explotadas en nuestro trabajo; violentadas y humilladas en nuestras familias; apartadas y excluidas por nuestros gobiernos. Resulta decepcionante que seamos nosotras –mismas- las favoritas de la sociedad para reproducir la espada y el verdugo. Para multiplicar la discriminación, el sexismo y el clasismo, para apuntarnos con el índice.

Pero es aún más decepcionante el hecho de creer que transformamos la sociedad cuando en realidad ella aprovecha para anclarse con todos sus derroteros moralistas en nuestras pieles. Al final  los prejuicios y estereotipos toman asidero en nuestras ideas. Es momento, lo fue hace mucho, de arrasar con sinónimos caducos: Feminismo no es sinónimo de vulva como ésta no lo es de mujer.

Nos proponemos un Feminismo orientado hacia la búsqueda de la igualdad entre lxs seres humanxs, igualdad humana que no distinga entre vulva o falo, Feminismo sin criterios biologistas de selección, un Feminismo comprometido con romper los estereotipos sobre mujeres y feministas (las mujeres no somos las únicas contrincantes del patriarcado y no podemos ganarle solas), Feminismo solidario y aglutinante. La sociedad está compuesta de muchxs individuxs, es necesario vincularlxs a nuestra causa que en realidad en la causa de todxs.

Por ello rechazamos las políticas excluyentes de EFLAC que excluyen -no de forma abierta pero sí de forma categórica- a aquellas personas que no cumplen los estereotipos biológicos y sociales de la persona feminista. Evitando controversia y debate omitieron desde un principio las condiciones inflexibles para tener DERECHO a inscribirse a un encuentro feminista internacional como es de hecho el EFLAC. Prefiriendo arreglar la situación y normalizarnos a todas tras bambalinas decidieron enviar una carta clandestina a quienes consideraron no aptas para tener el gusto de compartir, disfrutar y aprender un poco de la sororidad latinoamericana y caribeña.

Nos preguntamos los criterios, porque de ellos se trata, para exonerar y privilegiar. Barajamos ideas… ¿La cédula, el nombre (quizá muy varonil) o el sexo?… “¡Amigxs lo sentimos… esta vez nos benefició la buena suerte! ¿Cuál fue el criterio de la suerte? Vulva, decía mi papelito”… La famosa frase de Simone de Beauvoir No se nace mujer, se llega a serlo planteó más que un “la mujer se construye socialmente” sentó las bases de algo mayor, del preguntarse por el ¿qué mujer? el ¿qué feminista? ¿Será que las organizadoras de este importante evento aun creen en los esencialismos?
Colectivo Feministas Conspirando, Colombia noviembre de 2011.

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